No, no se equivoque, It no es una película de terror, no lo traumatizará ni le impedirá dormir en las noches. Sí, tiene momentos en los que lo sorprenderá, le acelerarán el ritmo cardíaco y hasta lo harán gritar, pero estos no serán el común denominador. Durante los 135 minutos del metraje, tal vez se ría más de lo que imagina, y, si se fija detenidamente, el diseño del payaso, aunque más elaborado, le parecerá menos aterrador que el de la adaptación de los años 90.
Cuando entre en la sala de cine no lo haga pensando que van a despertar sus más ocultos terrores infantiles, ya que podría decepcionarse. Despójese de todos los prejuicios, y se encontrará con una de las mejores películas del año.
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En It, se cuenta la historia de siete amigos: Bill, Richie, Beverly, Ben, Eddy, Stan y Mike, que, en el verano de 1989, se aventuran a investigar las misteriosas desapariciones de niños, ocurridas en el pueblo de Derry. Juntos descubren que la causa es una entidad maligna que asume la apariencia de aquello a lo que más le temen, pero que, a pesar de lo aterrador que resulte, mientras permanezcan unidos podrán vencerla.
Más allá de una película de terror, It es una aventura juvenil, con visos de drama y suspenso, que tiene su gran punto a favor en la construcción de personajes. Cada uno de los integrantes de ese club de perdedores cuenta con una personalidad muy definida y aporta, en menor o mayor medida, al desarrollo de la historia. Sus tragedias personales, como el matoneo escolar, el maltrato infantil, la sobreprotección, pederastia, el racismo o la pérdida de un hermano, paradójicamente son el lazo que los une y, cuando logran hacerles frente de manera individual, adquieren la valentía para asumir su rol en el grupo, y así poder lidiar con el payaso Pennywise (que es la forma más recurrente de It).
Pero esa excelente construcción de personajes no sería posible sin las buenas actuaciones y sin la acertada dirección de escena que logró el argentino Andrés Muschietti, pues llega a existir tal naturalidad en la amistad de los siete niños, que el espectador puede llegar a añorar ese momento de la infancia y sentirse identificado con cualquiera de ellos.
Recientemente, el director, en una entrevista, reveló que para conseguir tal compenetración, antes de iniciar el rodaje, integró a ese grupo de actores para ensayar el guion y hacerlos sentir en familia, algunos de ellos incluso aprendieron a montar bicicleta en ese momento.
Por su parte, al actor Bill Skarsgård, quien da vida a Pennywise, lo mantuvieron alejado de los niños, para que en el escenario también se notara la tensión, incluso uno de los niños extras terminó llorando la primera vez que vio al payaso.
Skarsgård también logró una excelente interpretación, se nota que trabajó bastante para mostrar una mirada macabra y una voz espeluznante. No obstante, no supera a Tim Curry (Pennywise en la miniserie de los 90), lo iguala en capacidad histriónica, pero pierde en la caracterización del personaje. Eso de 2017 parece más un arlequín de la Edad Media, que un payaso de circo. Los dientes de conejo le quitan seriedad, el de los 90’ era más sencillo, más colorido, por tanto, sus crímenes eran más aterradores.
Quizás el punto débil de la cinta se encuentre en los efectos especiales, algunos no convencen y otros rompen con el ritmo de la escena, dañando el susto. Sin embargo, son superiores a los que se vieron en la miniserie.
It 2017 prevalece sobre la miniserie de los 90 (sin ser esta una mala alternativa), especialmente por la propuesta narrativa, los planos secuencias y los efectos prácticos que marcan la influencia que Muschietti tiene del director mexicano Guillermo del Toro. Además, esta versión no es forzada a contar la historia de los niños y de los adultos al mismo tiempo, por la tanto, afianza a cada protagonista dentro del imaginario del espectador, preparando el terreno para lo que puede llegar a ser una excelente segunda parte.
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