¿Dónde podría estar la mujer ideal el día de su quinto aniversario de boda? Quizá preparando una elegante cena que conmueva el corazón de su esposo, comprando un regalo caro, o ensayando una danza exótica. ¿Perdida? No, no hay motivos, es perfecta.
Esta es la problemática inicial de Gone Girl, la cinta del director norteamericano David Fincher, conocido por obras maestras como Fight Club, que vuelve a ganarse el respeto de la crítica, gracias a este thriller protagonizado por Ben Affleck y Rosamund Pike.
Una película que narra la desaparición de Amy Dunne y los conflictos que vive su esposo Nick: llegar a casa y no saber de ella, el rápido reconocimiento en los medios de comunicación, y, el hecho más grave, ser el principal sospechoso del destino cruel de su mujer.
Cada uno de los giros que da esta historia permite que el espectador se mantenga al borde de la silla todo el tiempo, llenándose de intriga por lo sucedido, especulando, atando cabos y tomando partido, como si fuera uno de los habitantes de Missouri, lugar donde transcurren los hechos.
Asimismo, enfrenta al público con el corte sensacionalista de los medios de comunicación, la popularización de las tragedias y sus personajes; la manera en que las vidas ajenas se convierten en propias, el acoso y la manipulación de una sonrisa en un cartel.
Estos elementos se complementan con interpretaciones convincentes, destacándose la de Pike, que en su rostro logra retratar las emociones de su personaje, sus ideas y métodos para salir victoriosa, sin importar las consecuencias.
Affleck también sale bien librado, pues demuestra la inestabilidad del hombre qué no sabe cuándo se convirtió en el villano de la ciudad, en el centro de atracción.
Otro factor determinante para el éxito de esta adaptación del libro homónimo de Gillian Flynn es la edición, que pone al espectador en el papel de un detective que descifra lo sucedido, valiéndose de la información que aparece, sin perder el ritmo en ningún instante.
Los colores y la música completan la hazaña, que seguro contará con una secuela necesaria, gracias a su final provocativo, lleno de incertidumbre.
De esta manera, Gone Girl se resume en el descubrimiento de una gran actriz, que luchará por el Oscar el próximo 22 de febrero, y que empezará a ser una de las grandes favoritas de las principales productoras. Es un aval para Affleck, un 'tal vez lo logres', pensando en sus futuros papeles. Igualmente, es un nuevo estrechón de manos para Fincher, que lo hizo otra vez, conquistó y dejó ligada a más de una persona, que está a la espera de un segundo encuentro.
Esta es la problemática inicial de Gone Girl, la cinta del director norteamericano David Fincher, conocido por obras maestras como Fight Club, que vuelve a ganarse el respeto de la crítica, gracias a este thriller protagonizado por Ben Affleck y Rosamund Pike.
Una película que narra la desaparición de Amy Dunne y los conflictos que vive su esposo Nick: llegar a casa y no saber de ella, el rápido reconocimiento en los medios de comunicación, y, el hecho más grave, ser el principal sospechoso del destino cruel de su mujer.
Cada uno de los giros que da esta historia permite que el espectador se mantenga al borde de la silla todo el tiempo, llenándose de intriga por lo sucedido, especulando, atando cabos y tomando partido, como si fuera uno de los habitantes de Missouri, lugar donde transcurren los hechos.
Asimismo, enfrenta al público con el corte sensacionalista de los medios de comunicación, la popularización de las tragedias y sus personajes; la manera en que las vidas ajenas se convierten en propias, el acoso y la manipulación de una sonrisa en un cartel.
Estos elementos se complementan con interpretaciones convincentes, destacándose la de Pike, que en su rostro logra retratar las emociones de su personaje, sus ideas y métodos para salir victoriosa, sin importar las consecuencias.
Affleck también sale bien librado, pues demuestra la inestabilidad del hombre qué no sabe cuándo se convirtió en el villano de la ciudad, en el centro de atracción.
Otro factor determinante para el éxito de esta adaptación del libro homónimo de Gillian Flynn es la edición, que pone al espectador en el papel de un detective que descifra lo sucedido, valiéndose de la información que aparece, sin perder el ritmo en ningún instante.
Los colores y la música completan la hazaña, que seguro contará con una secuela necesaria, gracias a su final provocativo, lleno de incertidumbre.
De esta manera, Gone Girl se resume en el descubrimiento de una gran actriz, que luchará por el Oscar el próximo 22 de febrero, y que empezará a ser una de las grandes favoritas de las principales productoras. Es un aval para Affleck, un 'tal vez lo logres', pensando en sus futuros papeles. Igualmente, es un nuevo estrechón de manos para Fincher, que lo hizo otra vez, conquistó y dejó ligada a más de una persona, que está a la espera de un segundo encuentro.
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