Si conociéramos un mundo limitado, un espacio casi exclusivo para dos personas, donde el sol no es más que una pequeña claraboya; la naturaleza, una ilusión, y la presencia de otras personas, un simple truco de televisivo, no percibiríamos límites, pues nuestra visión desconocería la posibilidad de un más allá.
Y si un día nos informaran que es hora de salir, abriríamos los ojos y todo sería nuevo: la luz mucho más radiante, los artefactos que se creían imposibles se harían realidad, y la soledad se apartaría, porque podríamos encontrarnos con nuevos seres.
Ese mundo por descubrir es la historia encerrada en Room, la película canadiense–irlandesa, dirigida por Lenny Abrahamson.
Brie Larson interpreta a Joey, la madre que se empeña en eliminar cualquier evidencia macabra de la situación que vive, y darle a su hijo una vida normal, sin importar las cuatro paredes que los resguardan.
En su actuación se puede ver cómo su fortaleza, necesaria para proteger al niño, disminuye a medida de que se encuentran a salvo, logrando picos de angustia, desespero y depresión, que la ubican como la principal contendora de la categoría a Mejor Actriz, de los Premios Óscar de este año.
Por su parte, Jacob Tremblay, que encarna a Jack, el narrador y ojos de la película, realiza un trabajo maravilloso, en el que deja ver el miedo y la curiosidad de quien se enfrenta a algo nuevo, convirtiéndose en toda una promesa de la actuación.
La dirección es otro atractivo, ya que durante los 45 minutos de vida dentro de ‘la habitación’, los espectadores logran sentir el encierro, gracias al encuadre, que solo se abre cuando los personajes llegan al mundo.
De esta manera, el amor sin medida entre una madre y un hijo se baña en suspenso, con esta historia sencilla, de productoras pequeñas, que podría dar una sorpresa y convertirse en la mejor del año, en los Premios de la Academia.
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