En la época de Navidad de 1952, dos
mujeres cruzan sus miradas en un almacén por departamentos. En el ambiente
prima una química misteriosa, que lleva a que ninguna evada a la otra, como si
desde siempre se hubieran conocido, como si el destino las hubiera signado para
adentrarse en un universo de detalles sutiles y pasiones prohibidas.
Todd Haynes, el director estadounidense,
es el ojo detrás del lente que presenta esta historia, en la película Carol, de
2015. Desde el inicio, su dirección se encarga de retratar una relación tabú,
ubicando la cámara en la distancia para darle a los espectadores el rol de
espías, que siguen con su mirada fisgona la privacidad de dos mujeres
sugerentes.
A través de vitrinas, ventanas y detrás
de otros elementos del paisaje, son narradas las situaciones más íntimas de los
personajes, en el que dos etapas de la vida femenina se cruzan.
Cate Blanchett, ganadora de dos Oscar, y
Rooney Mara, nominada en dos ocasiones a los Premios de la Academia, son las
protagonistas de la cinta. Ambas logran magníficas interpretaciones, pues
consiguen transmitir fielmente las emociones por las que transitan las
protagonistas.
Blanchett interpreta a Carol, una mujer
madura, sin temores de mostrarse como es y con total conciencia de su
sexualidad. Por su parte, Mara es Therese, la joven que se descubre ante el
juego seductor, demostrando el temor de probar algo nuevo, pero sin ninguna
duda de tomar el riesgo.
El panorama familiar de Carol expone a un
esposo frustrado en la tarea de reconquistar a su esposa, que sufre por no ser
amado y que prefiere irse por el camino de la manipulación, fulminando su
confianza como madre.
El machismo de la época se hace presente
en varios detalles, en especial, cuando las decisiones de las mujeres se ven
minimizadas por las de sus parejas, llevándolas a imponerse, a pesar del
juzgamiento al que están expuestas.
La historia, basada en la novela homónima
de Patricia Highsmith, muestra fielmente la época de los 50’, el diseño de
producción acierta, al poner el contexto
social de este enamoramiento que se desarrolla sin que nada se salga de la
cotidianidad. Solo son dos cómplices que
hablan de sus vidas.
Los detalles de la escenografía son
seductores, agregan belleza a cada minuto de la película, terminando en un
cóctel conmovedor de drama y romance, con encanto visual, que nunca es
exagerado, que atrae y convence, en cada parpadeo.
Durante 118 minutos, el relato fluye con
facilidad, es contemplativo pero no lento, es sólido, pero no aburre es
contundente, pero no previsible, todo ello hace de Carol una gran película,
quizás la mejor que ha llegado este año a la cartelera nacional.
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