Money Monster es un respiro, una pausa en
el camino ante tantas películas que han inundado la cartelera nacional,
prometiendo enfrentamientos épicos y quedándose en peleas intrascendentes.
Es un respiro porque atrapa desde el
primer instante, aunque hace contener el
aire, por la ansiedad de conocer cómo se desenvuelve una tragicomedia moderna,
una burla sutil, pero muy bien elaborada de la sociedad del siglo XXI, donde lo
único relevante es la información superficial y el dinero fácil.
Aquí no hay héroe, no. Solo un infeliz,
un perdedor que, en medio de su desequilibrio mental, tiene la lucidez para
preguntar lo que otros no se atreven: “¿Por qué? ¿Por qué en una noche perdí
los ahorros de toda mi vida? ¿Por qué mi presentador favorito me engañó
incitándome a invertir donde no debía?”
Para encontrar las respuestas, este
antihéroe moderno, llamado Kyle Budwell (Jack O’Connell), decide ir por las
vías de hecho, secuestra a Lee Gates (George Clooney), un famoso presentador de
televisión, que es conocido por ser uno de los gurús de Wall Street. Entonces
la transmisión en vivo de este acontecimiento se convierte en una farsa de
talla mundial donde el engaño es la única manera de salir con vida y donde los
villanos son protegidos por el sistema.
Planos cortos, diálogos inteligentes y
divertidos, interpretaciones acertadas (como la de Julia Roberts) y la
dirección sin grandes apuestas narrativas de Jodie Foster son suficientes para
entretener durante los 100 minutos que dura el metraje.
Money Monster o El maestro del dinero
podría pecar por predecible, pero no importa, cumple con la función de regalar
esa bocanada de aire que hacía tanta falta para refrescar la cartelera.
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