Cada vez, con mayor facilidad, los hechos noticiosos más impactantes llegan a las grandes pantallas, para darle al público una visión más profunda de la polémica o la tragedia, con la que pueda calmarse el deseo de saber más y de identificarse con los personajes.
El escándalo de Edward Snowden, el ex empleado de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que reveló al mundo la manera en que el gobierno norteamericano se infiltraba en los datos de millones de ciudadanos, no es la excepción, tardó solamente 3 años en llegar a la ficción y a las salas de cine.
Oliver Stone, el polémico director, está detrás de esta propuesta, que relata en paralelo el momento en que Snowden decide servir a su país, y los días en que está decidido a delatar las prácticas poco éticas ante la documentalista Laura Poitras y 2 periodistas británicos.
Al pasearse entre ambos escenarios, la cinta presenta los factores y motivos que llevan a su protagonista a la decepción, y las consecuencias de esa vida encubierta y de los agobiantes secretos que lo hacen huir.
El mundo de la informática tiene un rol especial en toda esa explicación. El guion hace el mayor esfuerzo para dar a entender la complejidad de los programas de computadora y cómo accedían a los lugares más recónditos de la red, sin una pizca de arrepentimiento. Esto, después de ser ilustrado varias veces, llega a un buen nivel de claridad, que logra sorprender y asustar a algunos de sus espectadores.
Con ese enorme peso en la consciencia, la trama adquiere mayor dinamismo, y la figura de Snowden adquiere un doble perfil un tanto heróico y un tanto humano. El primero, por encargarse de la estrategia para decirle la verdad al mundo, y el segundo, por todas las vulnerabilidades que quedan al descubierto: su salud, su relación de pareja y sus miedos de salir del status quo.
Joseph Gordon-Levitt consigue una muy buena interpretación de ambas situaciones, encarnando a un personaje que, a pesar de ser un genio, no deja de ser inseguro y temeroso, y que con la verdad pareciera adquirir una fuerza nueva.
A Gordon-Levitt lo acompañan Melissa Leo, como Laura Potrias; Shailene Woodley, como Lindsay Mills, la novia de Snowden, y Zachary Quinton y Tom Wilkinson, como los periodistas Glenn Greenwald y Ewan MacAskill, personajes que hacen aportes significativos a la historia, pero que nunca son más importantes que el protagonista y sus decisiones.
El Edward Snowden de la vida real aparece en la última escena, elemento que no incomoda, y que después de un desenlace largo y lento es refrescante, ya que permite ver la perspectiva de quien fue retratado durante 134 minutos.
Snowden es un buen intento por decir la verdad y por no dejar en el pasado el descubrimiento que hizo al mundo el joven estadounidense, dándole la figura de un thriller atractivo y dinámico, que quizá no llame mucho la atención con su título y afiche, pero que cautivará a quien le dé una oportunidad.
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