¿Hollywood es la ciudad de La Tierra donde los sueños se hacen realidad? No, en realidad no. Es la ciudad donde los sueños se destruyen, donde la gran mayoría se frustra y se da cuenta que la vida no es tan fácil como se ve en los programas de espectáculo, donde muchos fracasan y toman conciencia de que no van a ser estrellas de cine o de la música.
En ese escenario se encuentra Mía (Emma Stone), una aspirante a actriz que trabaja sirviéndole café a las estrellas, que está cansada de participar en audiciones donde la ignoran o la descartan sin darle chance alguno de demostrar su talento.
En una situación similar está Sebastian (Ryan Gosling), un pianista que toca villancicos en un restaurante, pero que, en realidad, respira y sueña jazz, que desea darle un nuevo impulso al género, al montar su propio bar y darles la oportunidad a los nuevos intérpretes.
Cuando Mía y Sebastian se encuentran, inicia una preciosa historia de amor, cada uno se convierte en la fuerza vivificante del otro, inspirándose mutuamente a hacer realidad los sueños. No obstante, ignoran que esas mismas aspiraciones se constituyen en la principal amenaza para su relación.
Poesía hecha cine
El director Damien Chazelle, que sorprendió al mundo en el 2014 con la genial Whiplash, en esta oportunidad presenta una sencilla historia de amor, a través de un envolvente relato lleno de color, música y, sobre todo, de magia. Verla es como entrar en un sueño en el que se puede reír, cantar y hasta llorar.
Filmada, no grabada, la obra representa también la nostalgia por el Hollywood y el cine de antaño, aquella época cuando el sexo, los chistes de flatulencias y los efectos especiales eran lo menos importante, cuando prevalecía la actuación y, con gestos sutiles, una actriz podía robarle el corazón al espectador más tosco.
Una mención especial para los dos protagonistas, desde la cinta ‘Drive’, Gosling ha demostrado que es un intérprete de respeto, que tiene la capacidad para reflejar cualquier sentimiento y, a pesar de que no es un gran cantante, lo hacen de una manera bastante digna.
Emma Stone es sencillamente maravillosa, en gran parte, ella carga con el peso dramático del filme y en ningún momento se ve sobreactuada, por el contrario sus gestos delicados y finos reflejan una gran ternura y hacen que las personas se identifiquen con su personaje.
Otros puntos a favor son: que la cinta haya sido filmada para volver a disfrutar la textura granulada del celuloide y la fidelidad de los colores. Por supuesto, la banda sonora, que vale la pena escucharla hasta la saciedad. También se agradece que se esté proyectando subtitulada y no doblada.
‘La la land’ es la mejor película que se proyectó en el 2016 en Armenia, incluso el hecho de que no se tenga afinidad con los musicales no quiere decir que no se pueda disfrutar al máximo. Durante esta temporada de premios estará en todo en todos los titulares porque, simplemente, es de ese tipo de obras que devuelven la fe por el arte, por el buen cine.
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