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El Planeta de los Simios: La Guerra














En el año 2011, un evolucionado grupo de simios escapó de un laboratorio de la ciudad de San Francisco, donde se experimentaba para encontrar la cura contra el Alzheimer. La Revolución fue liderada por un chimpancé, criado por humanos, llamado César, que había demostrado un nivel de inteligencia superior a cualquiera de su especie.


En el 2014, se descubrió que el medicamento, que aumentó la inteligencia de los monos, propagó un virus mortal entre los humanos. La civilización fue devastada al tiempo que empezó a florecer una nueva sociedad de simios inteligentes.


Aunque César trató de conservar la paz, la lucha por sobrevivir, de las pocas personas resistentes al virus, mantuvo una tensa calma entre las dos especies. Hasta que un día, un chimpancé vengativo llamado Koba intentó exterminar a los humanos. Gracias al liderazgo de César la Confrontación terminó, pero el incidente originó un conflicto de mayores proporciones.


Tres años más tarde, la Guerra está en su punto más álgido. Los remanentes del ejército estadounidense tienen como objetivo cazar a César para doblegar a la sociedad de monos. En cabeza de los militares está un despiadado coronel, capaz de cualquier extremo con tal de que la especie humana prevalezca.


El enfrentamiento trae pérdidas enormes, desatando en César la más baja de las pasiones humanas: la venganza, pero ese afán lo lleva a cometer errores estratégicos, a exponer su sociedad y a limitar sus oportunidades de victoria...


La mejor trilogía de los últimos años


Ir a ver La Guerra del Planeta de los Simios, creyendo que se va ser testigo de un enfrentamiento entre dos especies por el dominio de La Tierra, puede resultar en una gran confusión. Aunque el metraje cuenta con unas escenas de batalla memorables y claras alusiones a los campos de concentración, el conflicto en su mayor proporción se evidencia en el interior de César, y ese es el mayor acierto de toda la película, por lo que el espectador confundido no tendrá de qué arrepentirse.


A partir de un guion bastante sólido y la magnífica interpretación del actor Andy Serkis, el director Matt Reeves desarrolla una excelente historia en la que sumerge al público en la lucha que tiene que afrontar César entre la bondad y la venganza, entre liberar humanos como un gesto de paz y asesinar a simios desertores, entre decidir acompañar a su especie en un viaje en busca de un lugar más pacífico o abandonarla para conseguir su objetivo personal. Toda esa dualidad hace que el personaje sea atractivo, se sienta real, convincente y se validen sus motivaciones.


La cinta, al igual que sus predecesoras, va de menos a más, pero no es lenta, cada escena tiene una justificación clara dentro del argumento y cada personaje secundario aporta elementos que consolidan el objetivo de explicar cómo fue que la Tierra pasó a ser dominada por simios.


Ese círculo, que fue abierto en el 2011 con El Planeta de los Simios (R)Evolución, se cierra magistralmente, de una manera tan acertada, sagaz y sutil que el público termina justificando que sean los monos y no los humanos quienes deban ganar la guerra.


Por supuesto, los efectos especiales merecen una mención especial, su calidad es indiscutible y, en gran medida, contribuyen a la verosimilitud de la historia. La combinación del CGI con las grandes interpretaciones mantienen al espectador al vilo, esperando una nueva sorpresa en cada instante.


La historia se completa con elementos narrativos excelentes, como el diseño de producción, los hermosos paisajes, la banda sonora y una dirección sobria, pero contundente.

Gracias a todo ello, la trilogía completa está destinada a convertirse en un clásico moderno, un referente para el cine de ciencia ficción. Solo resta esperar que los productores no vayan a alargar la saga sobre el mismo argumento; si ha de llegar otra película que sea una nueva adaptación de la cinta del 68’, puesto que todas las bases han quedado muy bien cimentadas.

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