Steve Jobs, cofundador de Apple, es un ícono del siglo XX. El hombre que, con pasión y determinación, revolucionó la informática mundial, creando productos que hoy están masificados alrededor del mundo, y en los que nunca perdió la fe, a pesar de cualquier circunstancia.
Jobs es un referente de simpleza y elegancia, de emprendimiento, de visión, y un ejemplo aplicable a cualquier profesión, por lo que el cine ha hecho múltiples esfuerzos por retratarlo y presentarlo a la sociedad de manera íntima.
Steve Jobs es la película de 2015, dirigida por Danny Boyle y protagonizada por Michael Fassbender, en la que el proceso de creación y los esfuerzos del empresario son dejados a un lado, para enfocarse en el perfeccionista que no le bastaba con el éxito de sus creaciones previas, ya que siempre quería estar un paso adelante, así su camino fuera solitario.
La cinta se basa en la biografía autorizada de Jobs, escrita por Walter Isaacson, y relata los momentos previos a tres lanzamientos de producto del inventor: la Macintosh, en 1984; la computadora NeXT, en 1988, y la iMac, en 1998.
Tras bambalinas, en las tres ocasiones, se puede conocer a fondo al hombre exigente y orgulloso, metódico en los detalles y algo neurótico. Resaltan allí sus encuentros con aliados que siempre estuvieron presentes en estos momentos de su carrera, como Steve Wozniak, con quien fundó Apple, y quien desde el primer instante de la cinta le ruega por reconocimiento para el equipo de un éxito anterior, la Apple II; John Sculley, quien fuera el director ejecutivo de Apple hasta 1993, y quien trata de comunicarle la visión de la junta directiva de la compañía e indagar en sus sentimientos, y Joanna Hoffman, su colaboradora más fiel, que además también parecía su polo a tierra.
Estos tres personajes, interpretados por Seth Rogen, Jeff Daniels y Kate Winslet, son quienes le dan movimiento a la cinta, ya que se encargan de llevar al protagonista de la polémica a la reflexión, y que permiten ver más allá del hombre sobrio que siempre tenía una nueva idea.
También es fundamental para el guion el rol de Lisa, hija negada de Jobs, hasta la mitad de la década del 80, y de su madre, Chrissan Breenan (Katherine Waterston), para conocer el cinismo y la actitud desalmada que adoptó Jobs, en varios momentos de su vida.
Al retratar tres eventos de estructura similar, la película no cuenta con muchas variaciones de locación y no aborda la intimidad del personaje. En contadas ocasiones, recurre a flashbacks que contextualizan las situaciones y que aportan en cierto grado el dinamismo que le hace falta a la película, aunque no lo logra del todo.
En esos recuerdos es donde se nota un poco más el esfuerzo de caracterizar a Fassbender, un pelirrojo de ojos claros, como el creador del iPod. Sin embargo, esto solo se consigue casi al final de la cinta, y tiene mucho que ver el buen nivel de actuación del irlandés.
Kate Winslet también tiene un desempeño destacado, a pesar de que al principio su personaje no se ve tan relevante y cumple funciones totalmente iguales en los tres instantes cruciales de la historia.
Y es que el eje de Steve Jobs son las conversaciones en medio del estrés. Son encuentros maratónicos, con personas cruciales de su vida, en momentos en que el éxito era su único aliciente, lo que lo llevaba a mostrarse frío, porque el show siempre debía continuar.
Precisamente, ese perfil desencadenó muchas críticas a la producción de la película, que incluso ha admitido que su guion, escrito por Aaron Sorkin, exagera algunas situaciones, con la intención de entretener al público, por lo que no puede ser vista como una pieza fiel a la vida real, y que adicionalmente ha sido rechazada por Tim Cook, CEO actual de Apple.
Si se quiere tener una mirada un poco más humana y menos idealista del genio informático, esta es un buena opción. Pero, si por el contrario se busca una historia motivacional de luchar por los sueños o un entretenimiento dinámico, es mejor que busque algo más.
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