Gil Pender camina por las calles de París, está perdido, se quedó solo porque su prometida prefirió irse a bailar con un par de viejos amigos en lugar de ir a dormir al hotel. Acaba de salir de una cata de vinos y está embriagado. Por más que intenta pedir ayuda nadie comprende su francés incipiente, tampoco hay taxis disponibles. Camina, busca, parece atrapado. De repente, las campanas de una iglesia le indican que es medianoche, un automóvil antiguo se detiene frente a él y un grupo de desconocidos lo invita a subir. Entre la sorpresa y la ingenuidad, Gil acepta, bebe un trago, el carro avanza y llega a otra época, a los años 20, donde se encuentra con los escritores y artistas que admiró durante toda su vida.
Sin embargo, luego de pasar una noche fantástica, regresa al París del presente - 2011 - donde es un exitoso guionista de Hollywood, que está de vacaciones junto a su novia Inez y sus suegros.
Por supuesto, nadie le cree, y ni hace falta, ya que está viviendo el sueño de su vida y no es necesario que alguien lo despierte, así que emprende una serie de salidas nocturnas para dejarse atrapar por ese hechizo de la Ciudad Luz. Noche tras noche, se encuentra con Hemingway, los Fitzgerald, Gertrude Stein, Picasso, Dalí y Buñuel, quienes lo alientan a ser el novelista que siempre soñó. Pero quien cambia realmente su vida es Adriana, una mujer encantadora que despierta su creatividad y su afán por vivir en un tiempo pasado que considera mucho mejor.
Medianoche en París es una comedia romántica del año 2011, del prolífico guionista y director neoyorquino Woody Allen, la segunda cinta que rodó en Europa, luego de la genial Match Point. En esta ocasión vuelve a un tema recurrente de su filmografía: la insatisfacción con la vida, por lo que considera un mundo irracional y absurdo.
A su vez, apuesta por llevar hasta el límite las excentricidades de personajes clásicos, un toque maestro de crítica mordaz contra una sociedad arribista que se siente superior a los demás; un guion brillante, que atrapa desde el primer segundo, que está a la altura de sus grandes obras, y que regala algunas de las secuencias más hilarantes de las últimas décadas.
También, sobresale por el manejo de la cámara, lenguaje cinematográfico en su máxima expresión. No hay un plano que sobre o falte, todo en su justa proporción para mostrar la historia de sus protagonistas. La música es preciosa, todo el tiempo mantiene al espectador entre la nostalgia y el ensueño por acercarse a la magia de una tierra maravillosa.
El elenco es otro punto alto, Medianoche en París cuenta con la que es, quizás, la mejor interpretación de Owen Wilson, su Gil Pender es un poco torpe, ingenuo, romántico y a la vez brillante. Mientras que Adriana, a la que le da vida Marion Cotillard, es un personaje encantador, que se gana al público desde la primera aparición. Todo lo contrario, a Inez, interpretada por Rachel McAdams, que en la medida que avanza la película se hace más y más detestable. Otros roles más pequeños, como por ejemplo el Dalí de Adrien Brody, aunque sale muy poco, resulta ser supremamente divertido.
A pesar de que se estrenó hace 9 años, Medianoche en París es una comedia romántica sobresaliente, desde muchos ángulos y capaz de dejar una triste sensación de nostalgia al final de verla.
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