Por @kalosw
Primero aparecen la tos, la fiebre y la desorientación, luego las convulsiones y finalmente la muerte. En dos días el virus se ha regado por algunas de las ciudades más pobladas del mundo: Kowloon, Chicago, Londres, Minneapolis y Tokio.
Aeropuertos, buses y ascensores son focos de propagación, la gente ignora que cada vez que toca una superficie y se lleva la mano a la cara está corriendo un gran riesgo.
Desde el Centro de Atención y Control de Enfermedades, localizado en Atlanta, Georgia, y desde la Organización Mundial de la Salud, en Ginebra, Suiza, se despliegan sendos operativos en busca del origen de la enfermedad. Los primeros análisis muestran que el nuevo agente patógeno es una rara mutación que pasó por un murciélago y por un cerdo antes de enfermar al primer ser humano, el cual es una mujer norteamericana que viajó a Hong Kong por negocios y contagió a cientos en una noche de juerga.
Tan rápidamente como el virus, se propagan las teorías conspirativas. Que supuestamente es un arma biológica creada por los chinos para acabar con los Estados Unidos o que un medicamento homeopático es la cura, pero que los grandes gobiernos no quieren compartirlo con nadie para generar cierta tensión en el planeta.
La incompetencia de los líderes políticos sale a flote a la hora de tomar las decisiones inmediatas; los intereses económicos tienen más peso que la salud de los conciudadanos. No pretenden generar una falsa alarma y menos cuando se acerca el denominado Viernes Negro, esa gran jornada de descuentos que abre las compras de Navidad y donde la gente suele alborotarse por encontrar un televisor de gran tamaño a mitad de precio.
Pese a que se han registrado más de 89.000 infectados, aún no se suspenden las clases en las escuelas. Entre tanto, los científicos siguen preocupados por la velocidad de multiplicación del virus, el periodo de incubación, la alta tasa de mortalidad y los contagios provocados por los pacientes asintomáticos.
Luego de 18 días del inicio de la pandemia, se presenta desabastecimiento en supermercados y saqueos en farmacias. Por si fuera poco, los paquetes alimentarios preparados por el gobierno resultan insuficientes para atender a toda la población. Para evitar los disturbios, se ordenan cuarentenas estrictas y se militarizan las grandes ciudades.
La única esperanza de la humanidad es encontrar una vacuna, pero mientras esta llega, los médicos argumentan que la mejor defensa es el distanciamiento, no salir de la casa si se está enfermo y lavarse las manos con frecuencia.
El tiempo apremia y así como algunos están dispuestos a sacrificarse por el bien de la humanidad, otros solo ven una oportunidad para sacar alguna ganancia, sin importar cuánta gente vaya a morir.
No, este no es el resumen de lo que la humanidad ha atravesado este 2020, es solo la trama -a grandes rasgos- de Contagio, una película estrenada en el 2011, que se adelantó fielmente a muchos de los acontecimientos que hoy está sufriendo el planeta, pero que quizás pecó en resolver apresuradamente los conflictos planteados en el comienzo de la cinta.
Contagio es de esa clase de películas que cuenta una sola historia, pero desde muchos puntos de vista, con personajes que durante todo el metraje ni siquiera se cruzan. Para ello, el director Steven Soderbergh contó con la participación de toda una constelación de estrellas de Hollywood: Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Jude Law, Gwyneth Paltrow y Bryan Cranston.
Con un ritmo trepidante, característica distintiva del director, desde las primeras secuencias el espectador queda cautivo por la investigación de los científicos tratando de seguir el rastro de las enfermos, por el drama del esposo de la primera víctima que, además del dolor de la pérdida, debe enfrentarse a la traición, por la historia del periodista que quiere hacer dinero fácil difundiendo noticias falsas y por la de los médicos que se sacrifican con el fin de encontrar una salida a la crisis.
A través de ellos, la trama fluye, transmitiendo desolación y desesperanza, hasta que, en un punto, entre saltos de tiempo cada vez menos congruentes con el comienzo de la cinta, la situación cambia milagrosamente para la resolución favorable de casi todas historias. Los puntos de vista más interesantes quedan abiertos, mientras que los dramas más superficiales terminan dándole un cierre anticlimático a la película, con una secuencia innecesaria y medio bobalicona.
Vista a la luz del 2020, resulta muy fácil reconocer el proceder de los personajes de Contagio, lo cual la hace entretenida y esperanzadora. Sin embargo, como tantas veces, por más manido que parezca, la realidad terminó superando la ficción, esta vez con bastante holgura.
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