Por @kalosw
Los Ángeles, California, década del 90. Es casi la medianoche, en una autopista desolada, una joven conductora se da cuenta de que algo no anda bien. La están siguiendo. Detiene su vehículo al lado de un motel ubicado al costado de la vía para pedir ayuda… grave error, todo está cerrado, no hay nadie que la pueda socorrer. Se esconde entre la hierba que rodea la parte trasera de la casa, casi no puede respirar, está tiritando, gritar es innecesario, quizás no hay nadie en varios kilómetros a la redonda. Trata de mirar a la carretera para comprobar si pudo evadir a su perseguidor, y no lo logró. Un camión se ha detenido junto a su auto y, desde su escondite, la joven observa que el conductor es un sujeto delgado, de botas negras, pero no le alcanza a ver el rostro. El tipo desciende del vehículo, con parsimonia, como midiendo cada paso. Se dirige hacia ella, es como un depredador que acaba de percibir el miedo de su presa y está a punto de devorarla… no hay manera de escapar.
Pocos días después, desde el condado de Kern, el viejo sheriff Joe ‘Deke’ Deacon es enviado a Los Ángeles a recopilar pruebas, una encomienda rápida de ir, recoger y volver. ‘Deke’ es una leyenda en ese departamento de Policía, en el pasado fue el detective más prestigioso de la unidad y todos lo recuerdan por ser el mejor de su generación. Resolvió los casos más complejos, pero hay algo que lo atormenta, se obsesionó tanto con atrapar a un asesino en serie, que esto desencadenó en su divorcio y en un ataque cardíaco.
Cuando el joven detective de homicidios Jim Baxter se da cuenta de la experiencia de Deacon, le pide colaborar para dar caza a un nuevo asesino que atemoriza a las jóvenes mujeres del estado. Parece que es la oportunidad de Deacon para reivindicarse con su pasado y resolver un caso muy similar al que lo condenó al retiro anticipado, así que pide vacaciones para investigar en su tiempo libre. Gracias a su instinto, pronto dan con el primer sospechoso, Albert Sparma, alguien a quien le apasionan los asesinatos y que tiene información que no debería sobre las víctimas, pero no hay evidencia contundente que lo incrimine.
Con base en los pequeños detalles: un gesto, el tono de la voz, un lugar, los investigadores están convencidos de que él es el criminal, pero Sparma hace gala de un despreciable cinismo, como si disfrutara ser sospechoso, como si burlarse de los policías le generara placer.
Mientras dan vueltas en ese laberinto sin salida, los demonios del pasado de Deke regresan para atormentarlo, mientras que Baxter trata de contener sus impulsos para evitar hacer justicia con sus propias manos.
Pequeños secretos es el nombre que en Latinoamérica se le dio a esta cinta protagonizada por Denzel Washington, Jared Leto y Rami Malek. Uno de los primeros estrenos del 2021 y que aún se mantiene en la cartelera local, pese a que ha generado reacciones encontradas en los espectadores.
La propuesta narrativa del director y guionista John Lee Hancock recuerda películas de culto, del mismo género de suspenso policíaco como Seven, Zodiac o El silencio de los inocentes, especialmente por la relación que hay entre los investigadores y por la concepción del villano, cuya capacidad para burlar a los detectives resulta tan cautivadora como entretenida. Sin embargo, el relato, que consigue atrapar al espectador, en la introducción, y ponerlo en ese rol de investigador, se destempla en la medida en que se llega al nudo de la historia y a un final casi anticlimático, en la que unas cuantas escenas de retrospectiva explican el porqué de las acciones de los personajes y deja una conclusión abierta que no funciona para todo el mundo.
En cuanto al talento interpretativo, la película tiene un casting de lujo, los 3 actores principales han sido premiados merecidamente en el pasado, pero, en este caso, Malek en el papel de Baxter desentona, se ve incómodo, como si tratara de imitar a alguien más. Cada vez que está en escena provoca un cortocircuito con los espectadores, lo cual es determinante para sentir que algo falla, porque sobre él recae uno de los principales giros de la historia.
En cambio, Washington -como Deek- demuestra, de nuevo, que es uno de los grandes actores de su generación y sin importar el paso de los años, su carisma es innegable. Es él quien levanta un poco la película cuando Malek está en pantalla.
Leto, por su parte, es quien se lleva todos los aplausos. El antagonista es un ser insoportable, cuya sagacidad para evadir a los investigadores y mofarse de ellos resalta cada vez que está en cuadro, por esa razón está nominado para los próximos Globos de Oro.
The little things –nombre original- es una cinta entretenida que, paradójicamente, falla en asuntos menores, pero, así como ella misma lo plantea en su premisa, a veces, esos pequeños detalles suelen arruinarlo todo.
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