Por Camila Caicedo
La pandemia nos tiene agotados. La incertidumbre, el encierro y las miles de precauciones que implican ver a un amigo son tediosas, por lo que a la hora de ver televisión, puede ser que, más que entretenimiento, busquemos un abrazo reconfortante.
Esto es lo que sucede con Ted Lasso, una serie de Apple TV +, que presenta la historia de un entrenador de fútbol americano que es contratado para ser director técnico del AFC Richmond, un equipo de la Premier League que está al borde del descenso; algo que parece estúpido, pero que hace parte de la estrategia de Rebecca Welton, la dueña del club que, después de divorciarse, solo quiere hundir al conjunto de los amores de su ex esposo.
Con esta premisa, la serie llama la atención y crea una expectativa centrada en la manera en cómo el fútbol resulta incomprensible para los estadounidenses y sus confusiones con términos, jugadas y leyendas de ese deporte. Sin embargo, Ted Lasso va mucho más allá del chiste fácil, pues su personaje principal, pese a lucir ingenuo, es un soplo de buena actitud, que no se deja abrumar por el descontento de los jugadores y de los fanáticos, porque está seguro de que tiene algo positivo para entregar.
Así, esta empieza a transformarse en una cómica historia acerca de lo extraño que es ver a alguien tan genuinamente cordial y a la vez tan dispuesto a generar un cambio en el pesimismo, ira y narcisismo de algunos personajes, además de hacer todo lo posible para llevar a su equipo a la victoria, sin importar lo poco que conozca del deporte.
El actor Jason Sudeikis, recientemente galardonado con el Golden Globe a Mejor Actor de una Serie Comedia o Musical por este personaje, hace un trabajo ejemplar, pues la actitud de Ted luce auténtica todo el tiempo, nunca reforzada o empalagosa, y tiene también sus propios momentos de oscuridad y tristeza, lo que le da un matiz más allá de su rol como entrenador.
Sudeikis, además, es uno de los creadores de esta propuesta, en compañía de Bill Lawrence, John Kelly y Brendan Hunt (quien interpreta a su amigo Coach ‘Beard’), que surgió de una campaña publicitaria que hizo el actor en el 2013, para promocionar la transmisión de partidos de la Premier League en NBC. Según entrevistas, a partir de esto fueron desarrollando la idea, llegando incluso a crear a Richmond en el videojuego FIFA, en el que todos siguen interactuando, pese a las medidas de confinamiento. Algo muy al estilo Lasso.
Por otro lado, la serie no solo presenta las vivencias del entrenador, sino que también se adentra en otros personajes muy bien construidos y que están alineados con esas figuras esenciales de las escuadras de fútbol, como el goleador insoportable Jamie Tartt, la ex estrella enojada que está a punto del retiro Roy Kent, y el jugador extranjero que apenas se está adaptando Sam Obinsaya, que se convierten en esos huesos duros de roer para Lasso, y también en sus motivos para plantear nuevas tácticas de acercamiento.
De igual manera, se destaca el personaje de Hannah Waddingham, Rebecca, la dueña del equipo, que desde las malas intenciones y la venganza, tiene que soportar las muchas contradicciones que le genera su nuevo empleado, con su saludo matutino, los regalos frecuentes y su sonrisa.
Con toda esta batalla entre egos y amabilidad, Ted Lasso, como serie, consigue hacer brillar a todo su equipo, con un producto que, más allá de buenas actuaciones y magnífico guion, cuenta con una gran ejecución de las escenas en el campo de juego y en la tribuna, y una banda sonora muy entretenida, con grandes clásicos de artistas británicos como Robbie Williams, David Bowie y Oasis.
Se espera que pronto se estrene una segunda temporada, para así seguir ofreciendo a sus espectadores risa y motivación, como si también hicieran parte del club, provoncándoles el deseo de ver ganar a Richmond y de vivir con un poco de esa simpatía con la que Ted se enfrenta a lo improbable.
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