Por Carlos W. López R.
En los años 80, la familia Chung de inmigrantes coreanos se muda a zona rural de Arkansas para abrir una granja y poder cumplir con el sueño de progreso. Sin embargo, la aspiración del papá riñe con el de la mamá -que no quiere vivir en el campo-, mientras los 2 hijos se tienen que adaptar a un estilo de vida con el que nunca soñaron. Esta situación se complica cuando la abuela llega a convivir y a tratar de imponer su visión sobre la familia.
Producida por A24 -que nos ha regalado obras recientes de magnífica factura técnica y narrativa como El Faro, Diamantes en bruto, Luz de luna o El legado del diablo-, el director Lee Isaak Chung presenta su quinto largometraje, un relato con tintes autobiográficos llamado Minari o como se tradujo en Latinoamérica Historia de mi familia.
La cinta, de 115 minutos de duración, está hablada en su mayor parte en coreano. Es una historia contemplativa, de narración tranquila, intimista y pausada, pero cargada de emoción, ya que trata sobre el amor a la familia, sobre cómo las relaciones aparentemente fuertes resultan ser muy frágiles, en especial cuando hay problemas económicos, laborales o de salud.
Y es que el padre, interpretado por Steven Young -recordado por ser Glen en The walking dead- está obsesionado con cultivar hortalizas coreanas en un suelo casi infértil y en un predio donde el agua escasea, así que trata de forzar a su familia a adaptarse a una vida para la que no está preparada y donde tendrán que aprender que amar también significa aceptar y ceder.
La película está sustentada pequeños y grandes dramas, un conjunto de anécdotas que acontecen secuencia tras secuencia y que se van solucionando rápidamente, casi como si fuera un recuerdo, donde no hay una conclusión definitiva sino momentos de superación.
Entre las cintas nominadas a Mejor Película de los premios Oscar 2021, Minari resulta ser la más débil, quizás por eso mismo, por sus conflictos son dispersos y se van diluyendo como quien toma agua entre las manos.
No obstante, en un año como el 2020, donde primó la escasez, Minari sobresale por dos elementos: las excelentes actuaciones, en especial por el rol de la abuela, que es interpretado por Youn Yuh-Jung, cuya nominación como actriz de reparto está muy bien merecida, y por la importancia de los detalles en las puestas en escena. El director consigue, a partir de pequeños elementos, darnos a conocer los dramas de cada personaje, su idiosincrasia y la manera de afrontar los retos cotidianos.
Minari no está al nivel de las grandes películas coreanas de las últimas décadas como Oldboy, Memories of murder o la misma Parasite, pero cuenta con una historia que cumple con su cometido de entretener y plantear un mensaje claro sobre la importancia de aquellos a quienes más amamos, razón por la cual muchos podrán sentirse identificados, pero muchos otros se aburrirán y, posiblemente, la olvidarán para siempre.
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