Por Camila Caicedo.
Cassie está borracha en un bar, sola, y un desconocido se ha ofrecido a llevarla a casa. Aprovechando su vulnerabilidad, este decide invitarla a su apartamento y seducirla, a pesar de que a ella cada vez le cuesta más mantenerse despierta. Sin embargo, todo ha salido como Cassie lo planeaba, pues no está ebria y, según su experiencia, el hecho de encarar a los hombres cuando pide que no la toquen parece atemorizarlos, y este no será la excepción.
Con una introducción empoderadora, que deja en evidencia el abuso del que es víctima el género femenino todos los días, empieza Promising young woman, el primer largometraje que dirige la actriz y guionista Emerald Fennell, que además es autora de esta propuesta en la que una mujer solo encuentra sosiego, vengándose del machismo y del abuso que la rodea.
La ironía es una de las principales herramientas que Fennell emplea para contar esta historia, que está totalmente alineada con los movimientos que en la actualidad han puesto en el foco las múltiples violencias y el acoso sexual contra la mujer, así como el machismo que vive en el comentario fácil y en las instituciones, incluso las de Hollywood, cuando se trata de juzgar el comportamiento femenino.
La mayoría de detalles de la escenografía y del vestuario están en tonos pasteles, incluidos accesorios estrafalarios como pelucas, animales disecados y joyas de mal gusto; muchos de sus planos muestran de forma sugerente el cuerpo femenino, resultando muy efectivo los picados y contrapicados, y su banda sonora se destaca por tener canciones adolescentes, en especial de la década del 2000’, lo que acentúa el sarcasmo con el que la directora pareciera hacer sentir incómodo al espectador, que podría debatirse entre si están bien o no, las acciones de los personajes, y contrasta con toda la oscuridad que se encuentra en el abuso y la vulnerabilidad.
También, hay un espacio para los reclamos sociales que muchos viven al llegar a los 30, con toques de humor negro y secuencias que recuerdan a algunas películas terror, que mantienen el vilo al público, hasta la escena final, gracias a su dinamismo y a la identificación que generan algunos de sus personajes.
Sin duda, la interpretación de Carey Mulligan, como Cassie, es una de las grandes fortalezas de esta propuesta, pues en su personaje, la actriz candidata al Oscar en la categoría de Mejor Actriz, demuestra su hastío social y la intención de tomar venganza por aquello que la lastima, sacando ventaja del rol de ‘barbie’ indefensa que le ha impuesto la sociedad, únicamente por su apariencia.
Mulligan es el gran eje de esta propuesta, debido a que el resto del elenco gira en torno a lo que a ella le sucede, o provoca, y tiene su oportunidad de brillar, incluso cuando no está en escena, gracias a que sienta un precedente desde su primera aparición.
Con esto, Promising young woman o Hermosa venganza es uno de los grandes debuts del año, porque, más allá de su enganche automático, no tiene ningún temor de incomodar con un tema polémico que sigue necesitando ventanas, y porque es ejemplo de esa nueva generación de creadoras dispuestas a contar el mundo desde lo femenino, y que seguro se seguirán haciendo escuchar.
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