Por Camila Caicedo. En 1968, Fred Hampton era el carismático líder del partido Black Panther Party, en Chicago, Illinois, que contaba con un séquito de seguidores fieles, convencidos de su lucha y dispuestos a cuidar de su líder para salvar a su gente. Con una personalidad tan fuerte libre en la calle, hablando de cerca con la gente segregada por el Estado, el FBI no se sentía seguro, y con su pensamiento racista predominante, estaba dispuesto a hacer lo que fuera para disolver el movimiento, por lo que tener un infiltrado que les diera la pista para acabar con ‘la fiesta’ era su mejor opción. Judas y el mesías negro es la película del director estadounidense Shaka King, en la que relata el momento en que el asaltador William O’Neal se convirtió en un informante de la Policía del estado de Illinois, que logró hacer parte del grupo de guardaespaldas de Hampton, mientras que revelaba sus movimientos al agente Roy Mitchell. El personaje de O’Neal, interpretado por Lakeith Stanfield