Con tan solo 20 años, Ronald es ‘publicista’ en un humilde barrio de Bogotá llamado El Paraíso. Todos los días se dedica a recorrer las empinadas calles en su bicicleta, anunciando, a través de un megáfono, las promociones de los negocios de sus vecinos, a cambio de pequeñas cuotas semanales. No gana mucho, pero logra mantener a sus 2 hermanos y a su mamá. De lo poco que consigue, debe pagar la ‘seguridad privada’ que, sin solicitarlo, le brinda un grupo de delincuentes. Cada día el trabajo ‘está más duro’, no hay clientes, los pocos que quedan lo contratan porque lo consideran un buen muchacho, trabajador, serio y sin suerte. Luego de enamorarse de una de sus vecinas y después de que su hermano empeña la bicicleta, Ronald decide buscar un nuevo empleo, aunque para un joven como él, humilde y sin estudio no hay muchas oportunidades. No obstante, tras mucho insistir, convence a una de sus vecinas para que lo ayude a ingresar a un empleo promisorio en el sur del país, una ‘empresa