En 1941, el entonces debutante director Orson Welles estrenó una película que cambió la historia del cine norteamericano, un filme que marcó un antes y un después gracias a sus innovaciones visuales. Un largometraje que por muchos ha sido considerado como el mejor de todos los tiempos: Ciudadano Kane. Con tan solo 26 años de edad, Welles era considerado un genio en el mundo del teatro -recordemos la memorable adaptación radiofónica de La guerra de los mundos que provocó una histeria colectiva entre los oyentes-, por esa razón la productora RKO le dio carta blanca para convocar a su equipo creativo, una de sus apuestas más interesantes fue la llegada de un experimentado guionista de películas de serie B llamado Herman Mankiewicz. Precisamente, en la ceremonia de los Óscar de aquel año, Mank ganó -junto al director- el premio a mejor guion original, en una de esas injusticias increíbles de la academia, pues fue el único reconocimiento importante que obtuvo la obra maestra. Para