“¿Por qué a mí, si no he sido un mal perro?” Se lamenta Rowf exhausto luego de haber sobrevivido a otro día de tortura. Es sujeto de experimentación en un laboratorio oculto entre las montañas, pero él lo ignora. Solo sabe que, periódicamente, personas de túnicas blancas lo meten a un tanque lleno de agua, para medir su capacidad de resistencia, tomar el tiempo y hacer cálculos. Cuando está a punto de ahogarse, cuando lentamente se hunde y todo se convierte en un oscuro silencio, entonces lo rescatan, le sacan el agua que tragó y, literalmente, lo tiran en una jaula. Rowf es un cruce de labrador, es negro y está viejo. No entiende a los humanos y muchos menos las razones que tienen para torturarlo. En la jaula de enseguida está Snitter, un fox terrier blanco con pintas cafés, es un poco más joven, pero recuerda haber tenido un buen amo, tal vez eso lo lleva a creer que hay esperanza de encontrar a personas que los ayuden, por eso convence a Rowf de escapar cuando